A la búsqueda del dragón


" Los maestros zen enseñan que un dedo te sirve para señalar la luna, pero una vez que hayas reconocido la luna no sigas mirando el dedo".

Y es que todo está relacionado, Si cuando viajamos nos fijamos en los pequeños detalles, arquitectónicos, culturales, pequeños símbolos, etc, nos daremos cuenta de que muchos lugares mantienen un vínculo, por pequeño que sea.
En este caso os voy a hablar sobre la relación de Zaragoza con Barcelona y los dragones, ya que existen numerosas representaciones de este animal mitológico esparcidas por ambas ciudades.

El significado de la palabra dragón viene del latín, Draco y del griego Drakon que significa "la serpiente que mira fijamente". El dragón aparece en varias culturas de todo el mundo y con diferentes simbolismos.  En la cultura asiática simbolizan el buen augurio y sabiduría, y en Europa la avaricia y la maldad, pero también fuerza y lucha. Y si algo comparten Aragón  y Cataluña con Lisboa, Cáceres o Tombuctú en la República de Mali, entre otros, es el santo patrón San Jorge. Y es que cuenta la leyenda que San Jorge mató a un feroz dragón que atemorizaba al pueblo.  Esta puede ser una de las razones por las que hay tantas representaciones de dragones en ambas ciudades.

En el caso de Zaragoza podemos encontrar #dragones en los sitios más inesperados, como por ejemplo en la verja del Paraninfo (antigua Universidad de Medicina) en la que descansan cientos de pequeños dragones negros.

También los hay grandes pero de rasgos amables, como el que emerge de las aguas de una fuente en el barrio del Arrabal frente a la Estación del Norte.


En el Palacio de la Aljafería también nos podemos encontrar con ellos, ya que Fernando el Católico usa la cimera  de Pedro IV, que tenía forma de este animal mitológico, para coronar su escudo. Se dice que Pedro IV utilizaba este adorno encima del yelmo para parecer más alto. Y sin salir de la Aljafería, en las techumbres y en el salón del trono.

La Seo o Catedral de San Salvador está repleta de dragones. Hay una gran representación de San Jorge matando al dragón, y más de estos seres en la pila bautismal (en este caso es una dragona), en el retablo Mayor, en alguno de sus tapices del museo y hasta en las sillerías del coro.


Muchos más de estos animales se camuflan en la plaza de toros de Zaragoza, en el museo Provincial o en la casa de los Morlanes.

Otra de las razones por la que podemos encontrarnos con estos seres es por el Modernismo, muy relevante en la ciudad de Barcelona, y hablar de modernismo es hablar de Antonio Gaudí y sus amados dragones, que siempre representará de forma solitaria. Estudiosos de lo esotérico dicen que se le podría relacionar a Gaudí con la Masonería y que estos dragones pueden estar vinculados a sus símbolos y los rosacruces... pero esto ya es meternos en otro jardín mas complejo.
Algunas de sus representaciones más famosas son el tejado de la Casa Batlló o los dragones del Park Güell. Otros que requieren un poco más de atención para verlos duermen en la Sagrada Familia,



Hay más en en el escudo de armas de la puerta del Ayuntamiento o en los balcones del Hotel Condes de Barcelona; pero mi favorito, -porque es el más exótico de todos-, es el que se encuentra en la casa de los Paraigües de Josep Vilaseca en el Pla de la Boquería.



Estos son tan solo unos de los cientos que puedes encontrar entre las dos ciudades. ¿Te atreves a buscarlos todos?

Un paréntesis

Viajar. Esa bonita forma de evitar la rutina, a veces viajamos por ello y otras veces solo para hacer un paréntesis en nuestras vidas y escapar.  Escapar de los problemas, de lo que no queremos ver, escapar de lo común, de la soledad...cada uno sabrá su motivo. Cuando lo haces es muy probable que te encuentres en el camino con personas maravillosas que se cruzan contigo por el mismo motivo que tú o alguno similar.

Llegará el momento en que decidas o debas volver a tu rutina y vida anterior, y te darás cuenta de que algunas de esas personas quedarán para siempre y a otras muchas irás perdiéndoles la pista poco a poco hasta que desaparezcan de tu vida. Aunque desaparecer desaparecer tampoco, siempre quedarán los recuerdos, buenos o malos, alguna foto que encontrarás y  te hará sonreir, un objeto, una canción...

El problema es cuando estos paréntesis se convierten en una adicción y cuando tengas un motivo por pequeño que sea, quieras escapar una y otra vez. Ahí es donde debes pensar si realmente merece la pena hacerlo y si cuando regreses, si es que lo haces, todo habrá pasado o volverá a ser lo de antes.  
Hay ocasiones en que merece más la pena pararse a pensar y afrontar las situaciones porque siempre habrá alguien especial a tu lado que te coja de la mano.
Viajar aporta cosas preciosas a nuestras vidas; buenos amigos, recuerdos, abre tu mente... 
Viaja, pero viaja por placer, amor a lo desconocido y decisión propia, que nada ni nadie te lo imponga, porque así y solo así disfrutarás de esa aventura y de tu vida plenamente.








Zaragoza

Salduie  Caesaraugusta Saraqusta Zaragoza.

Hoy me ha dado por hacer turismo por la ciudad que me ha acunado.

Lisboa

Cuando llegas a la capital portuguesa te das cuenta de que  pasado y presente conviven de la mano. Llena de tradición, encontrarás a cada paso calles con fachadas llenas de azulejos de origen árabe.


Testigo del terremoto ocurrido en 1755 es la zona del centro histórico de la Baixa y Chiado, donde podrás disfrutar de  la mayoría de los atractivos turísticos de la ciudad. La Plaza del Comercio rodeada de los edificios de los ministerios unidos por el arco del triunfo y al fondo el Tajo tiene una buena vista para ver el puente colgante 25 de Abril. Además aquí puedes subir al tranvía número 28 que comunica los barrios de Lisboa más pintorescos, aunque en mi opinión es mucho más cómodo el metro, así que si lo prefieres también puedes echar la típica foto del tranvía lisboeta que todo turista debe tener.
También podrás encontrarte con el Elevador de Santa Justa que comunica la parte alta y baja de la ciudad, cuesta 5€ subir y bajar pero no merece mucho la pena  porque desde el mirador del Barrio Alto tienes mejores vistas. Si aún así quieres subir te recomiendo que lo hagas con la tarjeta de transporte Viva Viagem que se compra en el metro y podrás subir y bajar las 24h.

No pasará desapercibida la estación del Rossio de estilo neomanuelina cuyo techo de los andenes fue idea de Eiffel al igual que el Elevador de Santa Justa. En la entrada hay una escultura en homenaje al fado. El fado es el canto portugués y está reconocido como patrimonio inmaterial de la humanidad.


                                     
Desde la Baixa puedes ir fácilmente al barrio de Alfama. Pasea tranquilamente con un buen calzado pues te perderás por sus calles con encanto y descubrirás la verdadera y tradicional Lisboa. Es aquí donde puedes ver la catedral gótica de la ciudad. Siempre he dicho que desde donde mejor se ve una catedral es desde el suelo, así que haz como yo y siéntate por cualquier rincón, mira hacia arriba y deja que el tiempo se pare.
Sube unas cuantas calles de Alfama y llega al castillo de San Jorge.

El tranvía 15 te lleva a Belém (eso si, ojito con los carteristas) donde te puedes acercar al Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belém. Y junto al Tajo verás el monumento a los descubridores y el puente 25 de Abril con el Cristo Rei de fondo, homenaje al de Brasil.
Una parada obligatoria si vas a Belém es ir a probar los pasteis de Belém originales. Su receta es secreta y original del Monasterio. Por todo Lisboa venden estos riquísimos pasteles de nata pero no saben igual a los de Belém. Si no lo crees, puedes hacer como yo e ir probando por varias pastelerías para comparar, te gustarán todos pero los originales tienen algo especial. 

Y si después de tanto dulce te apetece algo salado, pásate por el Mercado da Ribeira a cenar. Se trata de un mercado restaurado con un montón de restaurantes con todo tipo de comida, pero si lo que quieres es probar la cocina portuguesa, yo estuve en uno al que me llevó una buena amiga local a cenar y me encantó, se llama A cozinha da felicidade. Acaba tu cena con un chupito portugués de ginja, un fruto muy parecido a la cereza, y chocolate.

En cuanto a los alrededores de Lisboa, si te queda tiempo visita Sintra. Puedes ir en tren desde la estación del Rossio. En cuanto llegues te llenarán de folletos para el bus turístico y tours guiados, pero saliendo de la estación de Sintra a la derecha, para el bus 434 que por 5€ te lleva a los puntos más turísticos y puedes subir y bajar durante el día. Con este bus puedes parar en el centro histórico de Sintra, en el castillo de los Moros donde podrás tirarte en tirolina y en el parque y Palacio de la Pena.
El Palacio de la Pena construido en la sierra de Sintra está considerado por la UNESCO, Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad. Antigua residencia de varios reyes, es la máxima expresión del Romanticismo del siglo XIX.
Para la entrada tienes varios precios, para ver el parque, el parque y las terrazas de palacio o el palacio entero. Elige a tu gusto y pasa un buen rato por allí ya que el parque es bastante grande.


Aprovecha también para ir a Cascais y a Estoril si puedes, son muy pequeños y turísticos pero puedes pasar la tarde paseando cerca de la playa. Tampoco te pierdas Cabo de Roca, pues podrás decir que has estado en el punto más occidental del continente europeo, eso sí, prepara la chaqueta porque hace bastante fresco.

Espero que disfrutes de tu viaje y te lleves un trocito de Lisboa en el coraçao.



Irlanda

Como no podía ser de otra manera, inauguro mi blog hablando de uno de los destinos que cambió parte de mi vida, la bella isla esmeralda. Te das cuenta de por qué la llaman así cuando llegas,

llena de naturaleza con ese brillo y color que la hacen tan especial. 

Además, si eres amante de la música este es tu país. Disfrutar de la música en vivo mientras me tomo una Guinness en cualquier pub es una de las cosas que más hecho de menos. Puedes escuchar a gente tocar en cualquier calle, improvisando un concierto después de una noche de fiesta en cualquier esquina o incluso oír tocar el arpa en medio de un parque. 

Por lo general Irlanda está bastante bien comunicada en lo que a transporte público se refiere, así que no tienes excusa para recorrer cada uno de sus rincones.

Os voy a empezar hablando de Cork, que es la ciudad que me acogió. Situada al sur de Irlanda, la ciudad rebelde de los canales es la segunda más grande después de la capital, Dublin. Dejaos cautivar por su magnífica universidad, sin duda uno de mis lugares favoritos, donde podréis pasear y disfrutar de sus jardines y su ambiente juvenil. Tampoco os podéis perder su catedral neogótica y encontrar al ángel dorado que según dice la leyenda, tocará su trompeta cuando llegue el apocalipsis, o ir a tocar un ¨No llores por mí Argentina¨ con las campanas de Shandon.
UCC University College Cork
En cuanto a comida se refiere, el English Market es la mejor opción. Un mercado del siglo XIX donde podrás probar una estupenda tarta de zanahorias en la parte superior. Una mañana mis amigas y yo fuimos de propio a desayunar esa ¨carrot cake¨, llovía tanto (creo que no hace falta contar todo lo que llueve en Irlanda) que llegamos empapadas y de mal humor, pero cuando nos sacaron ese pedazo de tarta se nos pasaron todos los males y nos volvimos adictas a ella.

En cuanto a los alrededores de Cork, os aconsejo que visitéis el castillo de Blarney, donde se puede besar la piedra de la elocuencia. El condado de Cork está lleno de fantásticos pueblos para pasar el día. De ellos, Kindsale es uno de mis favoritos y destaca por sus fortalezas y sus coloridas casas. Sin duda disfrutareis de su bello paisaje, y además tiene una chocolateria en la que merece la pena entrar a probar alguno de sus bombones, no os será difícil encontrarla. Cobh también es un lugar a señalar, ya que es el último pueblo donde atracó el Titanic antes de hundirse y solo el viaje hasta allí en tren merece la pena.

Una de las ciudades con más ambiente y marcha de Irlanda es Galway, donde se podría decir que la palabra que mas le pega es ¨Craic¨ que traducido del irlandés sería diversión. Una ciudad pequeña en la que disfrutarás paseando por la playa y recorriendo sus calles. Además, si viajas a Galway es obligado visitar sus alrededores. Hay tours en bus muy asequibles que te pueden llevar a ver el salvaje paisaje de  Connemara y la abadía de Kylemore o los acantilados de Moher. Puedes preguntar por ellos en las oficinas de turismo o en la estación principal de autobuses por la mañana.
Cliffs of Moher
Los acantilados de Moher te sorprenderán por sus majestuosos 214 m de altura y 8 km de extensión. Es allí donde podrás sentir el poder del viento, así que asegúrate de  llevar un buen calzado, un cortavientos y por su puesto la cámara de fotos. Desde la torre  O´Brien podrás ver las Islas de Aran y la bahía de Galway. Otra de las opciones es ver los acantilados desde abajo, es decir desde el mar. Hay posibilidad de tours en barco que te acercan a los acantilados y te llevan a las Islas de Aran, pero solo se puede en temporada de verano y si vais en invierno entenderéis por qué.


Si vais a la capital, Dublin, os recomiendo que hagaís el free tour. Se trata de tours ¨gratuitos¨ que os enseñarán en menos de un día los lugares más importantes de Dublín. Podeís elegir hacerlo en Español o en Inglés y al final del recorrido solo le tenéis que dar a la guía la voluntad.
Además, si te gusta la moda alternativa, no te puedes perder algunas de sus tiendas y mercadillos alrededor de la zona de Temple Bar; zona que te recomiendo para salir.

Howth
En cuanto a los alrededores, no te pierdas la península de Howth. Te saldrá más económico si vas por tu cuenta que si compras un tour. Desde Dublin puedes ir en autobús con las líneas 31 ó 31B en Eden Quay. Se trata de un pueblo pesquero con unas vistas estupendas en el que puedes comer un buen marisco recién pescado, e incluso si tienes suerte ver a las focas en su hábitat natural.


Descubre esta tierra celta y la amabilidad de sus gentes, y quién sabe...igual cuando vayas encuentras el caldero de oro de sus amigos los Leprechauns.